Episode 7

Somos de pueblo

Gonzalo Celayeta y Serafín Vicente nos hablan de arraigo, vida rural, tradiciones, identidad y todo aquello que hace que el vino sea un producto único. Los pueblos y el vino en este capítulo del pódcast "Mi gente tiene D. O. N.: relatos de vida y vino".

 

Agradecimientos: al Ayuntamiento y los vecinos de Lerga (Navarra)

Transcript
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Locutor (introducción y cierre): Mi gente tiene Don. Relatos de vida y vino.

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Entrevistadora: Estamos en Lerga, una pequeña localidad de la Merindad de Sangüesa en la que habitualmente apenas viven unas 40 personas, 40 habitantes. Es el escenario perfecto para hablar de pueblos y de vino, y de cómo el sector vitivinícola dinamiza e impulsa a nuestros pueblos. Para ello nos encontramos con dos grandes profesionales y hombres de pueblo, Gonzalo Celayeta. ¿Qué tal? Bienvenido.

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Gonzalo Celayeta: Gracias.

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Entrevistadora: Enólogo de Bodegas San Martín y Bodegas Unsi y productor de vinos en su propio proyecto, Gonzalo Celayeta Wines, que viene acompañado de Serafín Vicente, presidente de la centenaria bodega Cooperativa de Dominio Lasierpe en Cintruénigo. Buenos días.

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Serafín Vicente: Muy buenos días.

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Entrevistadora: Bienvenido.

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Serafín Vicente: Gracias.

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Entrevistadora: Agricultor y apasionado de lo que haces, ¿verdad?

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Serafín Vicente: Sí. Sin lugar a duda.

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Entrevistadora: Os presentaba como hombres de pueblo, ¿os reconocéis?

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Serafín Vicente: Yo sí que me reconozco, a pesar de vivir en un pueblo que no es tan pueblo. Sin embargo, sí que soy un hombre de pueblo y de hecho, nunca he querido salir de mi pueblo, ni profesionalmente ni nada. Y siempre atado a la viña.

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Entrevistadora: ¿El nombre de tu pueblo?

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Serafín Vicente: Cintruénigo.

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Entrevistadora: Ocho mil habitantes, más o menos.

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Serafín Vicente: Ocho mil habitantes en la Ribera, ahí estamos, dando caña todos los días con la uva y con el vino.

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Entrevistadora: Gonzalo, ¿hombre de pueblo?

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Gonzalo Celayeta: Lo mismo, siempre he vivido en el pueblo y es lo que, mal dicho, lo que hemos flamado. Siempre he vivido en Olite y luego he tenido la suerte de trabajar en San Martín de Unx que todavía es más pequeñito que Olite, es un pueblo todavía más pueblo, que están pegados. Toda la vida, excepto una época de estudiante que salí a estudiar fuera, pero siempre he vivido en el pueblo.

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Entrevistadora: Siempre en el pueblo. Olite 4000, San Martín, 600 aproximadamente, pero también la mirada hacia fuera.

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Gonzalo Celayeta: Sí, que seamos de pueblo, ¿verdad Serafín? No quiere decir que no. Al final, hoy en día en el mundo del vino hay que viajar mucho y hay que ver lo que hay fuera, sobre todo porque el mercado grande está fuera. Hay que trabajar mucho la exportación y también nacional, no hay que abandonarlo. Aunque hemos estado en el pueblo, es verdad que hoy en día creo que todas las bodegas, las de pueblo, nos movemos muchísimo, tanto a nivel no sólo de feria sino de zonas vitícolas para captar un poco ideas, ver lo que se mueve por ahí y de hecho las grandes zonas de vinos creo que están muy focalizadas en pueblos a nivel internacional.

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Entrevistadora: Pueblo con viña, pueblo sin viña, ¿qué diferencia hay y qué le aporta el vino a un pueblo?

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Serafín Vicente: Yo creo que la viña lo que hace es fijar muchísimo la población, tanto la del propio pueblo, incluso demanda mano de obra de fuera y da una riqueza y un valor cultural y económico también. Yo creo que en las zonas rurales, si no hay ese binomio riqueza, economía, esto no funciona, esto no funciona.

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Gonzalo Celayeta: Sí, completamente de acuerdo. Al final, si nos fijamos, me atrevería a decir casi en el cien por ciento de los pueblos existe una bodega cooperativa que ha sido siempre el motor de todos los pueblos pequeños, y el motor económico de los pueblos, porque la gente antes, tradicionalmente, se dedicaba a la agricultura o la ganadería. Las bodegas cooperativas han sido las que han podido mantener durante los años un poco la rentabilidad en el cultivo vitícola, sobre todo en zonas. como légamos que nos encontramos hoy en día, aunque por desgracia a día de hoy se han ido perdiendo, el mundo se ha ido industrializando, te movías, la gente joven quizá ha emigrado un poco a las ciudades.

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Gonzalo Celayeta: Pero es verdad que en todos los pueblos había una cooperativa, la mayoría de la gente vivía de la viña, casi cultivo, me atrevería a decir, fundamental, junto con el olivo, y eso que ayudaba a fijar la población, que aún así ha descendido drásticamente, todos conocemos como es la situación actual de los pueblos, pero yo creo que el principal motor económico ha sido la viticultura, al menos en Navarra.

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Entrevistadora: ¿Es un motivo para quedarse en los pueblos?

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Serafín Vicente: La gran ventaja que hay, yo creo que estamos en una zona que es un tesoro de terroir y que tenemos que darle valor y en ese valor de valorizar el vino es llevar la economía. Si no somos capaces de eso, cuando hablaba Gonzalo que se viaja y tal, precisamente hay que salir para ver las posibilidades que tenemos aquí.

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Entrevistadora: Hablas de valor, Serafín, ¿crees que todavía no se le ha dado el valor que tiene al vino al vivir en un pueblo a lo rural, que quizá otros sí que han hecho?

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Serafín Vicente: Sí, sin lugar a duda. Hay muchas zonas, sobre todo Italia, que efectivamente le han dado muchísimo más valor. Sigue la despoblación como puede seguir aquí, pero con un valor añadido, con un nivel de vida muy superior y con un reconocimiento también muy importante por la sociedad.

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Entrevistadora: ¿O sea que no tiene aquí tanto glamour como en otros lugares el vivir en el campo?

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Serafín Vicente: Incluso no hemos sido capaces hasta el momento de dárselo, pero sí que estamos en ese camino.

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Gonzalo Celayeta: Sí, de hecho me atrevería a decir que durante unos años, igual, en mis generaciones casi la gente que se quedaba en el campo era como, no voy a decir "mal visto", pero el que se queda en el pueblo, el que trabaja en el campo y creo que hoy eso se está revirtiendo bastante y de hecho la pandemia, quizá la única cosa que ha tenido positiva, es que ha habido mucha gente que ha vuelto a los pueblos o aunque sea temporalmente, se ha dado cuenta que en los pueblos hay ciertas ventajas sociales o de calidad de vida que no existen en la ciudad.

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Gonzalo Celayeta: Hubo una época en que la ciudad pues había mucha demanda de trabajo que quizá ahora pues está más colapsado, y en los pueblos es ahora donde necesitamos mano de obra, creo que en eso Serafín estará de acuerdo, en el campo estamos necesitados de mano de obra. Sí que es verdad que hay que subir el nivel de valor de percepción de los vinos, no solo en Navarra, sino a nivel general como país.

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Gonzalo Celayeta: En España hay una percepción del sector agroalimentario creo que muy por debajo del que tiene y se valora mucho más los productos fuera, y bueno, ahí hay mucho trabajo por hacer, casi más diría yo educacional. Educar a la gente casi desde la escuela a valorar los productos del campo, la materia prima, el sector primario, que a su vez transmite cultura, arraiga población en los pueblos. Es sobre todo el vino, el aceite y el queso, hay algunos productos que están muy ligados al origen y que si conseguimos darle valor arrastran un montón de cosas.

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Entrevistadora: ¿Nos falta comunicar orgullo, entonces?

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Serafín Vicente: Yo creo que si, efectivamente. Si fuésemos capaces de transmitir o de hacer sentir a los demás lo que sentimos nosotros, creo que estaría una batalla ganada.

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Entrevistadora: ¿Qué sentís vosotros, Serafín?

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Serafín Vicente: Orgullo, satisfacción, la tranquilidad. Es que muchas veces la buena vida es tener tiempo y en la zona rural es donde tienes el tiempo, te puedes programar y organizarte a horarios y tal, pero para buscar el tiempo y tomarte una copa de vino con un par de huevos fritos a la hora de almorzar, eso a lo mejor en otros sitios, con el trabajo no puedes hacerlo. En el pueblo es perfectamente llevadero y además satisfactorio.

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Entrevistadora: Tú decidiste además vincular tu vida al pueblo, cuéntanoslo. Porque tú, en tu vida laboral has sido director de banco.

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Serafín Vicente: Sí, yo toda la vida laboral he estado trabajando en un banco, siempre he estado en Cintruénigo, nunca he querido moverme a otros sitios y después, alternando con el cultivo familiar de la viticultura y además, por pasión y por felicidad, porque te olvidas de los objetivos, de los incentivos, tienes que trabajar en el tractor y eso es otra vida, eso es otra vida.

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Entrevistadora: Probablemente fueras el único compañero que siempre trabajó en su pueblo.

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Serafín Vicente: Yo creo que en el banco, que era un banco regional, estábamos un par de personas solamente que entraron y se jubilaron donde entraron a trabajar. Sí.

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Entrevistadora: Y tu pasión, más allá del trabajo que realizabas, ¿es el campo?

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Serafín Vicente: El vino y el campo, no me cabe ninguna duda. Quizás muchas veces sacrificando incluso la familia, porque muchas veces tal es la pasión, te dice la familia: "Vámonos de vacaciones", con las cosas que tengo que hacer. Eso es el tema, lo que pasa que hay que agradecerles precisamente que a la familia que aporten y colaboren en ese sentido.

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Entrevistadora: O sea, que se quieren ir de vacaciones y tú te quieres quedar en el campo.

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Serafín Vicente: Me quiero quedar, tengo que alternar, ir y venir, pero se consigue estar así con los dos, uno que disfruta y la otra parte también.

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Entrevistadora: La negociación necesaria.

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Serafín Vicente: Sí, esto del vino es un negocio de pactos.

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Entrevistadora: Y de pasión por lo que veo.

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Serafín Vicente: Ha sido un pacto, sí.

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Entrevistadora: ¿Cómo conseguiríais transmitir esta pasión y también ver una salida económica para que los jóvenes decidan permanecer en el pueblo o incluso elegirlos como un lugar para desarrollar su vida?

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Gonzalo Celayeta: Hoy en día, incluso sin trabajar en el campo, vivir en el pueblo yo creo que es que es bastante fácil porque hoy todo el mundo tiene medios de movimiento, todo el mundo tiene coche, los accesos, estamos ya en un nivel de movimiento bastante avanzado y creo que vivir en el pueblo da muchas ventajas, la gente que ahora durante la pandemia quizás ha vuelto a los pueblos, se ha dado cuenta de eso, de que tienes mucho más tiempo para ti, si tienes chiquillos, tienes mucha más libertad. La gente tiene mucho más contacto social con los vecinos, hay mucha más vida en comunidad, de alguna manera en algún pueblo.

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Gonzalo Celayeta: Quizás lo que falta son servicios, ese es el problema de los pueblos, que ahí es donde igual, junto con la administración, hay que intentar cubrir esa falta de servicios que hay en los pueblos pequeños, que todos tenemos claro que no son rentables esos servicios, pero bueno, de alguna manera, desde la administración hay que echar un cable para que por lo menos las necesidades básicas, no sé, de tiendas de bares de aunque sea mínimo tienen que cubrirse para que pueda haber vida en comunidad. Yo creo que eso sería lo fundamental.

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Serafín Vicente: Es un poco lo que estaba diciendo Gonzalo, efectivamente, yo creo que para que se revitalicen las zonas lo primero que tiene que haber es iniciativa, recursos y economía. Si no tenemos eso, esto es imposible que funcione. Eso es lo que puede enganchar a las personas a fijar la población en los pueblos.

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Entrevistadora: ¿Cómo el mundo del vino lo consigue? Nos hablabas del factor económico, que puede ser un medio para ganarse la vida, ¿pero también lo hace, por ejemplo, fomentando el turismo?

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Gonzalo Celayeta: El mundo del vino, lo bueno que tiene es que está muy relacionado con la cultura y casi cierra el ciclo. Puedes dedicarte al mundo del vino siendo agricultor, productor, puedes ser bodeguero o trabajar en una bodega, pero a la vez puedes ser un hostelero, que es un bar un poco orientado al tema de vinos, el enoturismo está súper en auge, puedes tener una empresa de enoturismo. Hay, digamos, que muchas áreas relacionadas a la viticultura o a la enología de las que se puede vivir, incluso casi me atrevería a decir como guía turístico casi de paseos turísticos, que cada vez hay más demanda y a lo mejor de las ciudades a los pueblos hay muy poca distancia y es una actividad verde, por decir alguna manera, que se puede ofertar.

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Gonzalo Celayeta: Tenemos que ser capaces, igual, como decía Serafín, de conseguir subir esa percepción de valor de los vinos a nivel nacional, y en particular en Navarra, para que igual la gente que se queda en los pueblos pueda, con una explotación de pequeño o medio tamaño, poder rentabilizar su propia explotación. Igual, ahora mismo la agricultura, no sólo del vino, en general, esta es una explotación bastante grande, con bastante inversión no sólo en en tierra, sino también igual en maquinaria, cosa que cuando salimos fuera, eso sí que lo ves en determinadas zonas, que además son pueblos donde el vino está muy valorado, con una pequeña explotación que eso requiere muy poca inversión a nivel de maquinaria, si la zona tiene mucho nivel, el suelo también es caro, pero con explotaciones pequeñas tú eres capaz de vivir.

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Gonzalo Celayeta: Ese es el paso que nos falta dar, si somos capaces, como zona vitícola, de con una explotación pequeña poder sobrevivir. Eso podría traer mucha más gente a los pueblos, porque no habría grandes inversiones, estarías cerca de la explotación, y luego, cuando alguien hace algo suyo, incluso aunque no sea el que lleva el vino del mercado, lo hace suyo. Y al final, el mayor embajador de su vino es el que lo toca, el que lo vive, el que lo siente, que a su vez lo hace con su pueblo, o sea, cerramos un poco el círculo.

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Entrevistadora: Llevas el vino, pero también llevas tu pueblo, llevas tus orígenes a otros lugares.

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Gonzalo Celayeta: Sí. Yo creo que a nadie se le ocurre cuando pides un vino, no vincularlo a un origen, y eso pasa con muy pocos productos, eso es una pasada. Tú vas a abrir un vino de Navarra o de Cintruénigo y viene aquí un turista, se lo compra como recuerdo casi del pueblo y cuando va a su casa abre la botella y vuelves a lo mejor "sí, estuvimos en esta bodega" y te traslada, ¿no? Cuando alguien se compra una galleta no es que no se plantea dónde está la fábrica, vete a saber de dónde viene el cereal, que igual no viene ni de la Unión Europea, por decir algo. Al final esa vinculación con el territorio que pasa con el vino, pasa con muy pocos productos, bueno, con el aceite y poco más.

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Serafín Vicente: Además, yo creo también que el vino es un nexo con el resto de los productos de denominaciones de Navarra, del espárrago, del pimiento, del queso, es decir, de todo eso, el vino es el nexo y unión, y es lo que potencia el consumo y el disfrute.

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Entrevistadora: Y en este sí que hay ese resurgir del interés por el origen en la población en general, que que apetece saber más sobre de dónde provienen este tipo de productos y por supuesto el vino.

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Serafín Vicente: Yo lo que veo un poquito en Cintruénigo, es que hay muchísima gente que viene y eso que somos un pueblo que no tenemos el encanto que podemos tener aquí en la zona media o de Olite y tal. Hay mucha gente que viene, que disfruta, que prueba los vinos y al final se fija y coge productos de conserva, de quesos y tal, y eso contribuye a expandir quizás el nombre de la zona y del pueblo y el vino es un conector.

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Entrevistadora: Un conector de personas. ¿Cómo podemos hacer para revalorizar lo rural y para poner en valor? Es decir, todo lo que estáis contándonos "falta por hacer esto, falta crear ese orgullo, falta...", ¿cómo podemos hacerlo?

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Gonzalo Celayeta: Yo creo que es fundamental ahí trabajar el tema educacional, desde los colegios y de hecho ha habido algún proyecto hace poco que me ha tocado participar, por ejemplo, en el colegio de Olite se hizo como una especie de proyecto vinculado al vino, en la que los alumnos han ido a vendimiar, colaboración con Bodegas Ochoa, Iban vendimiaban, hacían el vino, lo han presentado, han hecho la etiqueta. Entonces se han dado cuenta de cómo de arraigado está ese producto con el origen, con la tierra, lo han hecho suyo de un modo y luego esa gente va creciendo, sabe dónde está, sabe cómo viene ese producto y de alguna manera luego lo puede defender, ¿no?

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Gonzalo Celayeta: Que yo creo que eso nos falta, no en Navarra, sino como país, que desde las escuelas esos productos auténticos, que son más que un producto agroalimentario, son algo vinculado al territorio que arrastra, que lleva geografía, que lleva cultura. Que desde las escuelas eso se entienda o de alguna manera educacionalmente se trabaje para que luego una persona de mayor lo defienda. Porque cuando hablas con un francés de un vino o de un queso, no le digas que un vino, un queso está malo, ¿no? Él defiende su origen a capa y espada, son incapaces de vender más barato de lo que cuesta el producto. Sin embargo, en España no existe eso. Hay que creérselo, al final es creérselo.

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Entrevistadora: Pero fíjate, a los franceses muchas veces se les critica ese chovinismo, esa chuluría, ese orgullo y en cambio comprobamos que es positiva en muchos aspectos para sentirse feliz, honrado, orgulloso de lo que uno ha construido a lo largo del tiempo.

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Serafín Vicente: Muchas veces también, sabes lo que pasa, que quizás tendríamos que partir desde la familia. Muchas veces decimos que nos hagan, pero si desde la familia procuramos pasarles esa pasión a los hijos y a los nietos y tal, se contribuye muchísimo, y después necesitamos recursos. Si no hay recursos, esto no se puede llevar a cabo, es decir, se puede llevar a cabo de una forma muy lenta y quizás el tiempo mate la oportunidad de la revalorización y eso yo creo que es un tema a tratar.

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Entrevistadora: Si alguien nos escucha, se lo está planteando, permanecer en su localidad, en su pueblo o vivir en una de ellas y dedicarse al mundo del vino. ¿Qué le diríais? ¿Qué consejo le regalaríais?

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Serafín Vicente: Si lo vive, que venga. Si no lo vive, le va a ser insoportable, el tema tiene que vivirlo, ¿o no, Gonzalo?

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Gonzalo Celayeta: Si no lo vive, que se lo beba.

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Serafín Vicente: Sí.

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Gonzalo Celayeta: Ahora mismo, en este momento que estamos, es un momento de oportunidad y además no sólo a nivel del vino, pero bueno, el vino tienen encima ese punto casi emocional, un poco romántico, mucho más bonito que, sin desmerecer otros productos, creo que engancha, tiene una escala de valor mucho mayor, se puede trabajar a muchos niveles que igual otros productos no se pueden, pero creo que hay una oportunidad en lo rural muy grande.

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Gonzalo Celayeta: Creo que es muy barato ir a vivir a los pueblos ahora mismo en comparación con la ciudad, creo que hay infinidad de oportunidad de trabajo ahora mismo, casi me atrevería a decir más que en la ciudad. Otra cosa es que sea más duro, eso no lo voy a poner en duda, y luego creo que cada vez más va a haber oportunidad, no sólo el trabajo agrario, sino lo que hablábamos, de servicios, de una empresa de enoturismo, un bar, todo eso cada vez va a más. La gente busca turismo rural y ahí va a haber muchas oportunidades de negocio, de hecho las hay y obviamente que las está aprovechando.

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Gonzalo Celayeta: Hay que querer quedarse a vivir en un pueblo que a lo mejor puede ser que el que ha estado en la ciudad, le falta dar ese paso y probarlo, pero que hay muchísimas oportunidades ahora, eso está claro y mucho más económicas que en la ciudad, creo.

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Entrevistadora: Un momento de vuestra vida cotidiana en la que digáis "yo no me cambio por nadie".

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Serafín Vicente: Yo creo que todos los días, eso es lo pienso todos los días. Sí, porque la verdad es que cuando estás haciendo lo que te gusta y dices: "¿qué te gustaría más?", "Que fuese algo más rentable para poder vivir mejor", pero mejor, que ya vivimos bien, pero vivir mejor, creo que sí, sí es posible.

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Gonzalo Celayeta: Siempre se puede vivir mejor.

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Serafín Vicente: Yo no lo sé.

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Gonzalo Celayeta: Yo a veces me planteo que también, como estoy en muchas cosas metido, si con el estrés o con el tren que llevo, estuviera estuviera en la ciudad ya me habría enterrado, porque te das cuenta, a veces la gente que vive en la ciudad con amigos que viven en la ciudad, compartes y son en Navarra, Pamplona, entre comillas, es pequeño, pero para el trabajo, los que viven en Madrid, igual, una hora para ir al trabajo, media hora para aparcar. Claro, es que tú no trabajas ocho horas, pierdes tres o cuatro sólo en ir a trabajar. Nosotros llegamos a trabajar, aparcas a la puerta, vas a casa. Esa comodidad es tiempo, y hoy en día el mayor tesoro yo creo que es el tiempo, eso lo tenemos todos claro. En ese sentido, yo creo que somos súper afortunados.

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Gonzalo Celayeta: Luego, si encima vivimos en el mundo del vino, que yo creo que es un vino que atrapa. Si te gusta, es muy bonito porque comparte muchas cosas, no sólo por lo que hablábamos antes, el vino en sí, sino el enoturismo, la cultura, quién está detrás, las personas que están detrás. Si te gusta es muy chulo, o sea, es algo que toca muchos palos, incluso hasta casi no gustándote el vino como producto, hay mucha gente que le gusta el enoturismo, que es un tipo de turismo que practica.

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Entrevistadora: Os tengo que dar la enhorabuena por vuestra vida.

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Serafín Vicente: No nos queda ninguna duda. Muchas gracias.

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Entrevistadora: Brindamos por ella. Por vuestras vidas, por el vino y por los pueblos.

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Gonzalo Celayeta: Salud, Serafín.

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Serafín Vicente: Salud.

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Locutor (introducción y cierre): Has escuchado "Mi gente tiene Don. Podcast de Relatos de vida y vino". Mi gente tiene alma, pasión, amor por el vino, mi gente tiene don.

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